Descripción
Desde el siglo VI hasta el Concilio Vaticano II, la Iglesia estuvo en una especie de “lucha sin cuartel”, porque asumió una actitud de defensa y de ataque donde lo más importante era la disciplina, el aprender muchas fórmulas, el tener muchas devociones; esto se dio porque la Iglesia, a raíz de la experiencia con Lutero, comenzó a ver con cierta desconfianza muchas cosas. Por eso la historia se convierte en una historia de luchas contra: protestantismo, absolutismo, liberalismo, modernismo, y la misma ciencia; aquí hubo un pequeño desfase en cuanto que a la Iglesia se le olvidó el mandato misionero: Jesús mandó a anunciar el Evangelio al mundo, no a pelear con el mundo. Con el Vaticano II se dio un cambio de paradigma que muchos cristianos aún no han asimilado.
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